“Siempre tuve fe en Valparaíso”
Le ha ido bien y está contenta. Se está cambiado de local y está creciendo. La clave: creer en el Puerto cuando nadie lo hacía. Hoy dicta cátedra respecto a cómo lograr cambiar la imagen de un lugar y, a la vez, posicionar una marca y hacerla rentable.
“Chile, en general, tiene una característica promedio con respecto a si es peligroso o no. Yo no encuentro ninguna diferencia entre Valparaíso, Viña del Mar o Reñaca”, dice Pitti Palacios. A fines del año pasado el director de la escuela de Diseño del
DuocUC de Concepción, la contactó porque vio en internet el vínculo que existía entre la tienda de Pitti Palacios y Valparaíso. Le llamó la atención que ella desarrollara su línea de diseño en comunión con su ciudad, las promocionara paralelamente y tuviera éxito. Por eso la invitó a dictar una charla a sus alumnos penquistas, poco motivados con su entorno y entusiasmados sólo con la idea de emigrar a la capital, lo que a esta diseñadora le pareció extraño porque pensaba que si había una ciudad en región que se sintiese orgullosa de sí misma, esa era Concepción.
Esta reflexión, obviamente fue previa al terremoto. Después del 27 de febrero, Pitti pensó que la invitación quedaba suspendida, pero estaba equivocada. A mediados de marzo, recién iniciado su ciclo de clases en la carrera de Diseño del DuocUC de Valparaíso, recibió de nuevo el llamado con carácter urgente.
Priscila Palacios -Pitti, prefiere que le digan- viene llegando de la VIII Región, de compartir su experiencia y explicar cómo logró que su línea de ropa se asocie al alma de Valparaíso. Allá habló ante un grupo de microempresarios de la zona rural cercana a Concepción, alumnos de diseño y algunas autoridades. Su misión: contarles cómo creó el vínculo y apostó por una ciudad en la que hace poco más de 6 años nadie se arriesgaba a innovar.
Oriunda de Viña del Mar, Pitti Palacios estudió diseño industrial con mención en textiles en la
Universidad de Valparaíso e inició su negocio “Design for Valparaíso” en una vieja casona del
Cerro Concepción con sus telares, una buena cuota de madejas de lana virgen y un entusiasmo superior a los malos augurios.
DAR EL SALTO¿Por qué en Valparaíso, especialmente en una época en que todos decían que era una ciudad “difícil”?“No estoy ni ahí con ese concepto. Para mí no existe porque Chile, en general, tiene una característica promedio con respecto a si es peligroso o no. Yo no encuentro ninguna diferencia entre
Valparaíso, Viña del Mar o Reñaca”.
Más allá del tema de la seguridad, te instalaste cuando supuestamente ningún negocio prosperaba. Era un riesgo.“Sí, claro, uno piensa que es posible que no resulte, pero Valparaíso para mí siempre ha sido una ciudad cercana. Igual nos pegamos un salto porque mi familia no es de comerciantes, no sabía cómo era emprender un negocio. Cero experiencia; pero siempre le tuve fe a Valparaíso, sentía que me iba a ir bien”.
Naciste en Viña, ¿por qué no abriste tu negocio allá?“Soy la típica persona que la familia es de este sector, estudié aquí. Me hacía más peso en mi historia familiar
Valparaíso. Me vine y cuando partí con el taller no había nada, pero yo tenía ganas de empezar algo, explotar estos cerros, ver qué pasaba”.
¿Cuánto demoró este proceso?“Yo egresé el 2002 y empecé a llevar mis diseños a algunas tiendas de Santiago. Después de un año decidí instalarme en Valparaíso. Busqué y busqué el lugar adecuado. Fue difícil porque necesitaba espacio para mis telares, que tuviera buena luz y que fuera armonioso, hasta que lo encontré”.
REFERENTETú has sido un referente de cómo impulsar la ciudad a través del negocio. ¿Lo planeaste así?“Desde que partí siempre quise llevar una bandera de lucha por la ciudad. Defenderla contra su mala imagen y potenciar lo bueno. Cuando pensé en la tienda quería que fuera un local bonito, que llamara la atención y estuviera vinculado a la ciudad. Mis pilares son mis diseños y Valparaíso. La idea es mostrar lo que hago y, a la vez, contar nuestra historia. Si la gente está interesada en saber quién era mi abuela, bueno contárselo; lo importante es entregar una buena atención”.
AIRES PATRIMONIALESJusto coincidió con el nombramiento de Valparaíso como ciudad patrimonial.“Sí y empezamos a crecer en paralelo con el concepto de la ciudad. Me esmeré tanto en que la tienda quedara bonita que la gente se empezó a tentar y se abrieron otros locales. De a poco se fue llenando de turistas y para mí fue muy interesante vivir ese proceso en el que mi marca se fue vinculado a la ciudad”.
Te ayudó la declaratoria de la UNESCO.“Sí, obvio, o si no habría sido una lucha mucho más solitaria y descarnada. Partimos cuando no había nada e igual hacíamos promoción a la ciudad, guiando a nuestros clientes para que disfrutaran de Valparaíso y los incentivamos a que se quedaran todo el fin de semana”.
¿Cómo ha cambiado Valparaíso en estos últimos 5 años?“Ha sido interesante ver cómo el diseño se ha posicionado en el Puerto y se ha vinculado a otras instituciones, al Estado también, al mismo proyecto turístico y cómo el esfuerzo de algunas pymes de la zona ha hecho crecer el área creativa de Valparaíso. Eso ha sido provechoso para mucha gente”.
¿El Estado en qué aporta para que los inversionistas corran riesgo de instalarse en el Puerto?“Hace unos años, gracias al esfuerzo de estas tiendas de diseño, del área creativa, audiovisual y artística en general, CORFO abrió el Programa Territorial Integrado de Industrias Creativas, y desde ahí se ha hecho mucho. Son pocas personas que tienen una capacidad de desarrollar proyectos maravillosa. El gerente es Jorge Rosenthal, también con él está Pablo Díaz”.
“Ha sido interesante ver cómo el diseño se ha posicionado en el Puerto".
INDUSTRIAS CREATIVAS¿Cómo te vinculaste a las Industrias Creativas?“Cuado ellos partieron investigaron quiénes se estaban moviendo en la zona. Yo venía llegando de un área de
Prochile desde Nueva York. Me llamaron y se armó un proyecto súper lindo que ha apoyado desde el diseño hasta las artes visuales y escénicas con talleres y cursos dedicados 100% al área creativa. Eso ayudó a que muchos proyectos pequeños se profesionalizaran a nivel de empresa y que la gente que no se creía el cuento se diera cuenta que no éramos pocos sino una masa importante impulsando la ciudad. Así se armaron varios vínculos incluso con el turismo; ha sido un proceso expansivo que se ha materializado en proyectos beneficiosos para la ciudad”.
El Mercurio de Valparaíso, Domingo 4 de Julio 2010.FERNANDA GARCÍA
mfgarcia@mercuriovalpo.cl
